Volviendo a casa un raton que vivía en la ciudad fue invitado por otro que habitaba en el campo, y en su guarida le dio bellotas, habas y cebada que comieron con alegría. El raton urbanita invito a su vez al campesino para que este fuese a la ciudad y hallándose juntos en la bien provista despensa de un palacio, le dijo al raton de campo:
-Amigo mío come cuanto gustes sin cuidado, pues las provisiones son muy variadas y abundantes .
Saborearon las mejores viandas cuando, de repente y con gran estrepito, el cocinero abrió la despensa y asusto a los ratones que escaparon cada uno por su lado. Cuando se reencontraron, el de la ciudad le dijo al del campo corre vamos a seguir comiendo. Todo esta muy rico- asintió el del campo-,pero dime ¿es muy frecuente este peligro?.
-Si - contesto el otro -.Este señor aparece a cada instante, pero no hay que hacerle caso.
Aquí hay mayor opulencia, pero prefiero la tranquilidad de mi pobreza que la zozobra de tu abundancia.
Esta historia nos enseña que en algunas ocasiones, el estar rodeado de riquezas a veces conlleva amarguras y preocupaciones.
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