LIEBRE MENDIGA

 Había  una vez una liebre  ociosa                               que, cada día, se colocaba en la puerta de la iglesia   de un pueblo pidiendo limosna.

Los parroquianos que iban a misa, compadecidos con el pobre animalito  -que ponía cara lastimera-,  le soltaban  algunas monedas en  el sombrero que colocaba a su lado.

 Y  así  transcurrían todos los días, hasta  que alguien ,dándose cuenta  de su falsa actitud, le pregunto :

¿-Que tienes tu, tan joven  y fuerte, para pedir limosna?   ¿Por  que  no trabajas  en lugar de  estar aquí?                                                                   La liebre, pillada  sin esperárselo  con esta  cuestión, no encontró la manera de justificarse.        Desde ese momento, las limosnas fueron desapareciendo, viéndose obligada a buscar trabajo. Solicito  empleo de puerta en puerta, pero en aquel pequeño pueblo nadie quería ayudar a un  animal tan holgazán  y tan poco de fiar. Entonces angustiada se dijo a si misma ¿Cómo voy a sobrevivir si nadie me de trabajo?¿Que va a ser de mi?

 Finalmente un generoso vecino se apiado de ella y le dio un buen trabajo y ella le prometió no dedicarse nunca a la mendicidad. Ya lo dice el refrán pereza no es pobreza pero por ahí empieza.


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