Desolador y ridículo es el anciano que se acicala y adoba cual otoñal desesperada. No deshonremos las canas con mejunjes. Ellas son corona de luz y signo de cordura. Considero insigne necedad simular el retroceso a la edad de los cabellos negros y de las ideas turbias.
Solo merecen la gloria los hombres que mediante la acción inteligente y altruista embellecieron, mejoraron y esclarecieron algo el mundo que habitamos.
Las cabezas deben juzgarse como los bolsillos. Al hacerlas sonar con la sacudida de la conversación advertimos enseguida que unas contienen el oro de la sabiduría y del ingenio otras la calderilla de la vulgaridad y la rutina.
El talento superior solo se tolera y aun se alaba cuando se aprovecha en servicio de los demás.
Al platicar en corro refrenemos la insana tentación de gastar bromas pesadas a los amigos. Como decía Gracián: "Las chanzas sufrirlas pero no darlas". Al desenvainar el aguijón envenenado, la abeja suele producirse mortal herida. Ni hay mayor enemigo del ingenio que el mal genio.
Muy de raro en raro se confirma la máxima vulgar: "de la discusión sale la luz". Lo que a menudo sale es el fuego del orgullo exasperado, el humo oscurecedor de los mas claros problemas y las cenizas del desengaño. Por donde , a la postre, los contendientes quedan mas quemados que alumbrados.
Como no seas brutalmente escarnecido e injuriado, a todo ataque virulento e injusto en la prensa deberás contestar sino prefieres el silencio , tres o cuatro días después. Porque el primer día mojaras la pluma en sangre, el segundo en bilis y el tercero en linfa. Y este liquido, símbolo de la calma y la pachorra es la mejor de las tintas.
Es la noble conversación madre del saber, desahogo del alma, comercio de los corazones, vinculo de la amistad, pasto del contento y ocupación de personas. Baltasar Gracian.
Felices los que saben negar hábilmente, porque ellos vivirán tranquilos.
Razonar y convencer, ¡¡que difícil largo y trabajoso!! Sugestionar ?? ¡¡que fácil, rápido y barato!!.
La verdad es un acido corrosivo, que salpica casi siempre al que lo maneja.
Considero la afición a la soledad, tan común en los viejos, como el fruto amargo del conocimiento de los hombres. Al final de una travesía por mar se ansia mas aun que pisar tierra, perder de vista a los harto conocidos compañeros de viaje.
Pensamientos de Santiago Ramon y Cajal
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