El hombre es consciente de si mismo, de los
demás, de su pasado y de sus posibilidades
futuras.
Es consciente de su autodeterminación, de la
brevedad de su vida, de que nace sin su consentimiento y perece en contra de su voluntad. Es consciente de que morirá antes de aquellos que ama, o aquellos que ama morirán antes que el.
Es consciente de su carácter separado, de su
impotencia ante las fuerzas de la naturaleza
y de la sociedad.
Todo esto hace de su existencia solitaria una
prisión insoportable.
El hombre sabe que se volvería loco si no
pudiera liberarse de esta prisión y unirse,
de alguna forma, a otro ser humano.
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