BENDICIONES DEL ANCIANO.

Que  Dios  bendiga, a  los  que  comprenden  mi
paso  vacilante  y  mis  temblorosas  manos.

Que  Dios  bendiga, a  los  que  tienen  en  cuenta

el  esfuerzo  de  mis  oídos  para  captar  lo  que  ellos  hablan.

Que  Dios  bendiga, a  los  que  descubren  que mis  ojos  están  muy  nublados  y  mis  reacciones  son  lentas.


Que  Dios  bendiga, a  los  que  sonriendo  me  dedican  un  rato  para  hablar  de  cosas  sin

importancia.

Que  Dios  bendiga, a  los  que  nunca  dicen: ya 

ha  contado  usted  eso  dos  veces.

Que  Dios  bendiga, a  los  que  saben  arreglarse

para  que  yo  hable  de  cosas  pasadas.

Que  Dios  bendiga,  a  los  que  me  hacen  comprender  que  soy  amado  y  que  no  estoy solo.


Que  Dios  bendiga,  a  los  que  comprenden  lo que  me  cuesta  encontrar  fuerzas  para  llevar

mi  cruz.

Que  Dios  bendiga,  a  los  que en los últimos momentos de mi vida me faciliten los auxilios espirituales de acuerdo con mis creencias.





Estos pensamientos se los envió mi tío Eulogio a mi padre con todo el cariño que sentía por el. 
 Mi padre que era mayor que mi tío y ya estaba en la difícil etapa de lo que llamamos vejez recibió estos pensamientos con mucho agrado y le sirvieron de consuelo para sobrellevar las dificultades que entrañaba esta etapa de la vida . 


No hay comentarios:

Publicar un comentario