Se cuenta que una bella y luminosa luciérnaga avanzaba con donaire cuando se
percató de que la seguía una escurridiza serpiente.
Avanzo y avanzó, y el insidioso reptil la seguía. Avanzó y avanzó, pero al final tuvo que detenerse y, antes de ser atacada, preguntó a la serpiente: ¿Te he hecho algún mal? Y recibió por respuesta: "No". Volvió a preguntar: "¿Entonces por qué quieres acabar conmigo?" Y lo último que escuchó fue:
"Porque no soporto verte brillar."
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