Siempre tendremos razones para estar enfadados, pero esas razones, rara vez serán
buenas.
Las puertas de la sabiduría nunca están cerradas.
Por un clavo se perdió una herradura, por ésta un caballo, y por éste el jinete, que fue
capturado y muerto por el enemigo.
No hay mejor predicador que la hormiga, que no dice nada.
La nesesidad nunca hizo buenos negocios.
La ociosidad, como el moho, desgasta mucho
más rápidamente que el trabajo.
Ninguna nación fue arruinada jamás por el
comercio.
Las leyes demasiado benignas rara vez son
obedecidas; las demasiado severas, rara vez
ejecutadas.
O caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos.
Un hoy vale por dos mañanas.
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