En situaciones de conflicto, cuando las cosas no van como debieran, no te esfuerces tanto por encontrar culpables, por imputar a los otros errores y achacar descuidos, omisiones o intenciones fallidas.
En su lugar, esfuérzate por recuperar la conexión, por reconciliarte con los otros para continuar trabajando juntos para resolver el conflicto y encauzar de nuevo la situación hacia los objetivos correctos.
Escucha a los niños con discreción y delicadeza, atento a sus intereses y a sus emociones. En su interior existe siempre una
llamada a no ser abandonado, una exigencia
de compañía, de ayuda para avanzar en su camino. No la desoigas.
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