La esperanza y la paciencia son dos infalibles remedios, los más seguros y suaves, para descansar mientras dura la adversidad.
No son las dificultades del camino las que te hacen daño en los pies, sino la piedra que tienes en el zapato lo que hace difícil tu camino.
No mires hacia atrás con ira ni hacia adelante con miedo, sino a tu alrededor con atención.
Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años, fue a decir no cuando es que no.
Si en la lucha el destino te derriba,
si todo en tu camino es cuesta arriba,
si tu sonrisa es ansia insatisfecha,
si hay siembra excesiva
y pésima cosecha,
si a tu caudal se le oponen diques:
date una tregua,
pero no claudiques
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