El balsero y el estudiante
Un joven naturalista decidió hacer una excursión a lo largo del curso de un río y, por recomendación de unos amigos, subió a la balsa de un viejo marinero de agua dulce que se conocía el lugar como nadie.
El hombre llevaba toda su vida navegando por el mismo curso y no existían secretos para él.
Cuando llevaban un rato río abajo, el joven le preguntó al balsero: ¿Sabe usted cómo se llaman esas piedras que se ven en la orilla?
A lo que respondió. "No señor, no lo sé.
Disculpe que no sepa contestarle"
Entonces, el aprendiz de naturalista dijo:
"Pues sepa usted que ha perdido una gran parte de su vida por no conocer la amplia variedad de piedras hermosas que atesora este río".
El muchacho volvió a hacer comentarios similares cuando el anciano reconoció que desconocía igualmente el nombre de los peces
y las plantas que formaban el ecosistema fluvial.
La conversación se interrumpió bruscamente cuando el anciano vio que la balsa se estaba
hundiendo. "¿Sabe usted nadar"? le preguntó al joven. "No, nunca pude aprender" contestó. Y el balsero concluyó:
"¡Pues sepa usted que va a perder toda su vida! A veces las cosas más simples son las útiles, pues nos pueden sacar del apuro o incluso salvar la vida.
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