Cierta vez un hombre atrapó un pájaro.
Este le dijo:
-Como prisionero no te soy de utilidad alguna
Déjame ir y a cambio de ello te daré tres consejos.
El primer consejo te lo diré posado en tu mano, el segundo en tu tejado y el tercero en un árbol.
Déjame partir, pues estos tres consejos te traerán prosperidad.
Aquel hombre aceptó el acuerdo y le pidió que le diera el primer consejo.
-El primero, que diré en tu mano, es este:
"No creas las cosas absurdas que escuches".
Cuando el pájaro hubo dicho el primer consejo en la palma de la mano, fue liberado.
Luego se posó en el tejado de la casa y dijo:
-El segundo consejo es: "No te aflijas por lo que ya ha pasado".
Dicho esto, el pájaro se posó
en el árbol y prosiguió:
-En mi cuerpo hay escondida una inmensa perla.
Esta joya era tu fortuna y la suerte de tus hijos. Se te ha escapado, pues no estaba en tu destino el adquirirla.
Al escuchar tamaña afirmación y viendo que se le había escapado la fortuna de sus manos, el cazador comenzó a dar gritos y a
lamentarse de su mala suerte.
Al observar la actitud del hombre, el pájaro, le dijo:
-¿No te había aconsejado que no te afligieras
por lo que ha pasado?
Puesto que es algo pasado y terminado
¿por qué te apesadumbras?, o bien no has comprendido mi consejo o eres sordo.
Y tampoco has recordado el primer consejo que te dí:
"No creas una afirmación absurda".
Oh, buen hombre, yo soy muy pequeño,
¿cómo puede haber dentro de mi una perla tan grande?.
El hombre se recobró y le pidió al pájaro:
-Oye, dime ahora el tercero de los consejos
excelentes. -Bueno- dijo el pájaro,- ¡has hecho
tan mal uso de los otros dos consejos que te di, que no veo porqué habría de darte el tercer consejo en vano!
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