Si quieres corregir tus defectos, no pierdas el tiempo censurando a los demás.
Vive como un libro abierto.
Deberías pensar de tal forma que todo el mundo pueda escrudiñar tu alma y ver qué se
trasluce de ella.
Vive de tal manera que no debas ocultar nada
ni desees exhibir tu vida a los demás.
Busca la verdad: siempre nos enseña lo que deberíamos hacer y lo que deberíamos dejar
de hacer.
Considera tus conocimientos como un don, como un medio para ayudar a los demás.
Cuando un hombre bueno no acepta sus errores e intenta siempre justificarse, deja de ser un hombre bueno.
Nada puede ablandar más el alma de una persona que la aceptación de su culpa, y nada puede fortalecerla más que el deseo de ser siempre justa.
Presta atención a lo que haces.
Nunca consideres que algo no es merecedor de tu atención.
Da todo lo que tienes. Da todo lo que eres.
Da siempre.
La mayor pobreza del mundo no consiste en la falta de alimento, sino en la falta de compasión, misericordia y amor.
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