En una pequeña ciudad del norte de Escocia,
vivía un niño de 7 años con su mamá, una humilde costurera. Estaban esperando la llegada de Papá Noel y en esa casa también colgaron un enorme calcetín en la chimenea,
aunque la madre sabía que no habría ningún regalo. Con el corazón encogido, le explicó a su hijo que había regalos visibles, que se compran con dinero, y otros invisibles, que ni se compran ni se venden, pero que son los que nos hacen más felices, como por ejemplo el amor de una madre.
Cuando el niño despertó y fue a recoger su regalo vio que el calcetín estaba vacío, pero gritó con alegría: Está lleno de regalos invisibles. Por la tarde, fue a jugar con sus amiguitos y. mientras mostraban orgullosos sus
juguetes, él les decía:
"Ami me han traído regalos invisibles" Todos se burlaron y el que más, un niño rico a quien
su padre le había regalado un precioso coche
de pedales que acabó rompiendo.
Cuando el buen hombre llegó a recoger a su consentido hijo, quedó afligido y viendo al
niño de la costurera tan contento y sin ningún
regalo, le preguntó: ¿Que te ha traido Papa Noel? Regalos invisibles como el cariño de mi
madre, le contestó.
Y en ese momento, entendió que la felicidad jamás la hallaremos en lo material.
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