Habia llegado la cuaresma y el cura parroco
recomendaba a sus feligreses que aprovecharan aquel tiempo para el cumplimiento pascual.
Todos solian hacerlo menos Blas, el albañil, que
siempre se escabullia diciendo:-Que vayan a confesar fulano y mengano que tienen un buen saco de pecados, yo ni mato, ni robo, ni hago mal a nadie...
Esta vez el parroco se sintio inspirado y paso aviso a Blas para que fuera a la iglesia a pintarle
la hornacina del altar mayor. Cuando estaba Blas en plena tarea, el parroco retiro la escalera,mando repicar las campanas y la iglesia
se lleno de gente ansiosa de saber lo que pasaba.
-Os he llamado- dijo el parroco -para que veais al
nuevo santo. es Blas, el albañil,no tiene ningun
pecado y por eso le vamos a dejar en esa hormacia
-¿Sin pecado ese sinverguenza? Y desde su mujer
hasta el tabernero, le pusieron al pobre Blas como
no digan dueñas.
-Ya puedes bajar a confesarte- dijo el cura que entre todos estos te han ayudado a hacer el examen de conciencia.
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