TESTIMONIO DE UNA JOVEN

Ahora gano mis tardes haciendo crucigramas con mi anciano padre. Soy feliz viendole sonreír A su
lado no tengo prisa.
Cada minuto de compañia se me vuelve sagrado.
Y cuando por la noche regreso a mi casa sin haber hecho nada (sin haber hecho nada mas que amar)
me siento llena y feliz, mucho más que si hubiera
ganado un pleito, construido una casa o acomulado un monton de dinero.
Charlo con el. Charlamos de nada. Vivimos.
Estamos juntos. Lo quiero, le veo feliz de tenerme a su lado. No hay premio mayor en este mundo.
Se que un dia me arrepentire de millones de cosas
en mi vida, pero nunca me arrepentire de estas 
horas usadas haciendo crucigramas a su lado. 

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