En un oasis perdido en un rincon del desierto, habia un anciano arrodillado en el suelo junto a unas palmeras datileras. Al rato, llego uno de sus vecinos,
un acaudalado tratante de camellos, que se detuvo a la sombra a descansar "¿Que tal, buen hombre que haces ahi con una pala en la mano y a pleno sol? "le pregunto acercandose a el.
"Estoy sembrando datiles",respondio el viejo sin dejar de cavar "¿Datiles? Deja eso para otro y ven a tomar una buena taza de te conmigo,sugirio el acaudalado vecino. Pero el anciano declino la invitacion y siguio con lo suyo. "Perdona que insista, pero¿ cuantos años tienes ya?,continuo el vecino. "La verdad es que perdi la cuenta hace tiempo. 70,8o..."respondio el pobre hombre. "Veras,no quiero ser inpertinente, pero hacen falta unos 50 años para que las palmeras crezcan y empiecen a dar los primeros frutos. No creo que lo llegues a ver, concluyo el mercader de camellos.
Pero el anciano, lejos de desanimarse, le respondio
"Comi los datiles que otro sembro. Y ahora soy yo el que en su honor los planto para los que aun no han nacido. Y el camellero quedo tan conmovido con la respuesta, que entrego al anciano una bolsa
de monedas para agradecerle esa gran leccion.
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