un tiempo, en el lugar donde habia enterrado el dedo, crecio un magnifico arbol que daba unos frutos exquisitos que bastaban para saciar su hambre, con lo que no tenia que preocuparse por su propio sustento. Asi que lo repartio con la gente .Que nos importan esos frutos. Nos parecen insipidos. Queremos alimentarnos con frutos de nuestro huerto,no con el fruto de alguien que esta muerto, El hijo acabo pensando como sus vecinos
Por que debo seguir el indice de mi padre si tambien lo tengo yo? En ese momento el arbol se
marchito. Y asi fue como el hijo debio de aprender a reconstruir, por cuenta propia y dia tras dia el valioso arbol de la experiencia.
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