Un rey árabe atravesaba solo el desierto cuando, de pronto, se encontró con la peste. El monarca se extraño de encontrarla en aquel lugar tan deshabitado y, deseoso de saber mas, le dijo: Detente, peste, ante el rey. ¿Se puede saber a donde vas tan deprisa?
-Voy a Bagdad, majestad -respondió-
Le informo de que voy con la intención de llevarme a unas 500 personas. Y prosiguió presta su camino ante la atenta mirada del soberano, que la observaba mientras partía. Unos días mas tarde el rey volvió a encontrarse de nuevo en el desierto con la peste, que regresa de la ciudad.
El soberano, muy enfadado y disgustado, rápidamente la increpo:
-¡Detente, peste! ¡Me mentiste! Me dijiste que ibas a Bagdad para llevarte a 500 personas y, según relatan los médicos, han muerto mas de 2.000.
-Majestad, yo no le mentí- dijo contundente la peste-Le dije que iba a llevarme 500 vidas y eso es lo que hice.
Fue el miedo el que mato a todas las demás.
Esta historia no enseña que el miedo puede ser mas destructivo, incluso, que aquello que mas nos asusta.
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