En el asiento de un omnivos, un anciano sostenia un ramo de flores frescas. Al otro lado del pasillo, habia una dama cuya mirada se posaba una y otra vez en las flores que llevaba hombre. Llego el momento en que el anciano tenia que bajarse. Impulsivamente, deposito las flores sobre la falda de la dama. "Veo que le gustan las flores, explico y creo que a mi mujer le gustaria que las tenga usted. Le dire que se las di." La dama, gratamente sorprendida, tomo las flores y luego observo como el anciano bajaba del onnibus y atravesaba el porton del cementerio local.
Cristhian Cerf
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