No te compliques empeñándote en enderezar un pasado que ya no se encuentra en tus manos ni lamentando lo que pudo haber sido y no fue.
Tampoco te angusties por el porvenir, tan incierto como intangible.
Ambas actitudes te incapacitan para vivir el presente y limitan tu ilusión y tus posibilidades de crecimiento.
Vive, mejor, el aquí y el ahora. Que sea tu conducta con el prójimo un ejemplo de delicadeza y de generosidad.
Que vean en ti interés real en su problema y preocupaciones, que perciban tu disposición al dialogo, tu mirada limpia, tu corazón alegre, tu espíritu compasivo, tu afecto desinteresado.
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