AL EMPEZAR UN NUEVO DIA.

Señor.

Me cuesta comenzar este día, porque se que es una nueva tarea, un nuevo compromiso, un nuevo esfuerzo. 

Pero quiero comenzarlo  con entusiasmo, con alegría  reestrenada, con ilusión nueva.                    Se que estas a mi lado: en mi familia, en mis amigos en las cosas, en mi propia persona.     

Gracias por este nuevo amanecer.                  Gracias por este  nuevo empezar.                          Gracias por tu presencia. 

Quiero  sembrar paz, solidaridad, amor, entre mis hermanos. Y se, Señor, que esta  tarea la inician cada día muchos hermanos  en  cualquier punto de la tierra; y eso me alienta y empuja.                  También te pido por ellos, y con ellos  te digo: ¡Buenos días, Señor!

Nada permanece  eternamente igual.                         Todo cambia: nuestro cuerpo, nuestras creencias, nuestro modo de sentirnos respecto  a nosotros  mismos y a los demás. 

El cambio es lo único  que es constante en el universo.

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