Un perro muy hambriento caminaba de aquí para allá buscando algo para comer. Llevaba varias horas deambulando comenzaba a sentirse cansado por el esfuerzo de caminar tanto. Pero, entonces la suerte le sonrió pues se encontró con una gran carnicería regentada por un generoso carnicero que al verlo tan famélico le tiro un hueso sobrante.
Llevando el hueso en el hocico, se fue tranquilo y feliz a cruzar el rio para saborearlo mejor. Sin embargo, nada mas meterse en el rio, vio su reflejo en el agua y creyó erróneamente que lo que veía era otro pero con hueso todavía mas grande mas que el suyo, así que intento arrebatárselo de un solo mordisco. Sin embargo, cuando abrió el hocico, el hueso que llevaba cayo al rio y se lo llevo la corriente.
Así fue como se dio cuenta que estaba viendo su propio reflejo y que había perdido el hueso mas delicioso del mundo por querer coger algo que no era real y que no le pertenecía.
Esta historia nos enseña que debemos ser felices con lo que tenemos y no envidiar lo de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario