De camino hacia su monasterio, dos monjes budistas se encontraron con una bellísima mujer a la orilla de un rio. Al igual que ellos, también ella quería cruzar el rio, pero este bajaba demasiado crecido. De modo que uno de los monjes se la echo a la espalda y la paso a la otra orilla.
El otro monje estaba absolutamente escandalizado, y por espacio de dos horas estuvo censurando su negligencia en la observancia de la Santa Regla.
¿Había olvidado que era un monje? ¿Cómo se había atrevido a tocar a una mujer y a trasportarla al otro lado del rio? ¿Qué diría la gente?
¿No había desacreditado la Santa religión? El acusado escucho pacientemente el interminable sermón. y al final estallo:
Hermano, yo deje aquella mujer en el rio ¿No eres tu quien la lleva ahora?
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