EL LECHO DEL PROCUSTO

Hay personas  dominantes  que no dejan opinar a los demás. Hay cónyuges autoritarios  que no permiten  a su pareja  tener sus propios gustos. Hay pequeños dictadores  que tapan la boca  sin  compasión  a sus  compañeros.    Hay jefes engreídos  que nunca permiten  disentir.  Hay que distinguir entre la conveniente  uniformidad y el uniformismo deletéreo.                                              Los griegos, que tenían mitos para todo, nos hablan  de Procusto,  que defendían y practicaba uniformismo a ultranza. 
Procusto era un posadero que trataba muy bien a sus huéspedes y el mismo los ayudaba a acostarse. Allí los  invitaba a tumbarse en la cama de hierro que tenia, si el viajero era mas largo que la cama procedía a cortar lo que sobresalía de ella, aserraba las partes del cuerpo que sobresalía de la cama los pies, las manos y  la cabeza.
 Si eran mas cortos que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo a la medida de la cama.  
Luego,  por la mañana lloraba al verlos muertos.

                                                    
                 

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