Procusto era un posadero que trataba muy bien a sus huéspedes y el mismo los ayudaba a acostarse. Allí los invitaba a tumbarse en la cama de hierro que tenia, si el viajero era mas largo que la cama procedía a cortar lo que sobresalía de ella, aserraba las partes del cuerpo que sobresalía de la cama los pies, las manos y la cabeza.
Si eran mas cortos que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo a la medida de la cama.
Luego, por la mañana lloraba al verlos muertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario