Por una ondulada pendiente de su barranco retorcido, subí a la más alta cumbre,
envuelto en una nube escondido.
Quise partir desde el cielo, a buscar lo que hemos perdido,
el amor entre los hombres, la comprensión y el cariño y la hermandad sobre todo,
que también se nos ha evadido.
La seguí buscando por senderos y caminos, pregunté de pueblo en pueblo, pregunté al tío
Avelíno, si en estos humildes parajes, también el amor de allí había huido.
No señor, contestó el tío Avelino, yo he nacido aquí , porque así lo quiso el destino ,
para disfrutar de la grandeza ,de lo sublime y de lo divino.
Que aún todavía queda en los animales salvajes y en la inocencia del niño.
Este texto me lo ha proporcionado mi amiga Irene, con quien pasamos ratos muy agradables
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