Saber escuchar es el mejor remedio para la soledad.
El que es capaz de dominarse hasta sonreír en la mayor de sus dificultades, es el que ha llegado a poseer la sabiduría de la vida.
Sonríe aunque sea una sonrisa triste, que la sonrisa triste, es la tristeza de no saber sonreír.
La traición, en cualquiera circunstancia, no puede dejar de ser infame.
El orgullo que come vanidad, cena desprecio.
Pocas veces se halla el valor donde no está
la modestia.
La vanidad y la pobreza siempre están en
pleito.
Los que dejan encargado un pomposo funeral para si mismos, manifiestan que la vanidad les ha sobrevivido.
No es virtud decir lo que se siente, sino decirlo con prudencia.
Oye, entiende y considera; y después responde.
Entre los que no conoces, no hables mas que
lo que precisa la conversación.
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