CHISTE
Hallábase un poeta en una tertulia, y al querer levantar del suelo súbitamente el abanico a una dama, puso en libertad un preso de mal aliento, que al salir de su encarcelamiento anunció con estrépito su fuga; y tratando de hacer crujir la silla para imitar el ruido que le avergonzaba, y hacerle
atribuir a su asiento, le dijo otra dama:
Son inútiles vuestros esfuerzos, pues no hallareis la rima que buscaís.
El cura de la aldea.
El cura de un lugar pidió a Dios una buena
lluvia después del sermón, a solicitud de sus
feligreses; y estándose desnudando en la sacristía entró el sacristán con un aíre triunfante a decirle que ya iba a llover a
cántaros.-¡Hombre! no lo permita Dios, escláma el cura, porque no he traído paraguas.
El barquero sencillo.
Un caballero llego viajando a un sitio donde
era preciso pasar un río en una barca; entró
en ella, y viendo que el agua estaba estremamente agitada: ¿decidme, amigo, dijo al barquero, os ha sucedido alguna vez el perder los pasajeros estando el mar enfurecido?- Nunca, señor, le respondió;
porque los que se han ahogado siempre se han vuelto a hallar al día siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario