Comparte con los demás aquello que ilumina
tu vida, que enriquece tu alma, que te hace
feliz a manos llenas.
La única manera de multiplicar tu felicidad es
precisamente compartirla: si la ocultas a los
demás, guardándola para ti, se apagará como se apaga una vela en un sitio sin oxígeno, se
pudrirá en su interior como la levadura cuando no entra en contacto con la masa.
Solo compartiendo tu felicidad serás feliz.
Evita las comparaciones con otras personas;
no son más que fuente de insatisfacciones,
inseguridad, celos, envidia, baja autoestima,
ambición, soberbia o egoísmo.
En vez de ambicionar lo ajeno, disfruta y
dignifica tu propio nivel de vida con tu trabajo, desarrollando tus capacidades personales y profesionales y luchando para que los demás puedan también alcanzarlo en
un clima justo y fraterno.
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