El comerciante
Montar un negocio de albóndigas junto a la carretera del pueblo había sido la mejor idea
que se le podría ocurrir.
De hecho, ante el éxito de ventas, se animó a alquilar un trozo de terreno y a colocar una gran pancarta con la intención de seguir atrayendo nuevos clientes.
Eran increíbles las colas de gente que se formaban.
Por eso, era normal que el propietario no tuviese tiempo de oír la radio, ni de leer los periódicos ni de ver la televisión.
Llegó un momento en que ya no daba más de sí y pensó que lo mejor sería que su hijo, que estudiaba Economía en la unniversidad, lo dejara por un tiempo para ayudarle.
Sin embargo, el muchacho le dijo:
"Pero, padre, ¿no está al tanto de las noticias? Estamos sufriendo una grave crisis.
Las cosas van mal y aún irán peor".
El padre pensó que su hijo, que estaba mucho mejor informado que él y que era un experto en asuntos económicos, sabría bien de qué hablaba.
Por eso, dejó de invertir en el puesto de albóndigas y las ventas cayeron en picado.
"Tenias razón, hijo, estamos en una grave crisis", reconoció el hombre.
Está claro que si nos predisponemos a fracasar, fracasaremos.
Pero si estamos seguros de ganar, ganaremos.
A menudo, el éxito comienza por estar convencidos de que triunfaremos.
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