Cuando a nuestra vida se acerca una persona,
lo que más deseamos de ella es su sinceridad.
Pues el tiempo, como hacedor de realidades, nos mostrará la confianza que entre ambos se
creará día a día.
Ese amigo reconocerá mis aciertos, pero también señalará mis defectos.
Disfrutará conmigo en la bonanza y juntos nos soportaremos en la adversidad.
Ese amigo estará tan cerca nuestro, como lo está nuestra madre o nuestro padre, hasta el fin de los días.
Amigo que estará por encima de envidias y zancadillas, de dimes y diretes.
Ese amigo que se hace presente en el momento en que más se le necesita.
Ese amigo que se guarda su reproche, esperando el momento oportuno para hacerlo
aflorar.
Amigo que nos comprende y nos da fuerzas para afrontar la adversidad.
Amigo que cuando nos ve envueltos en el dolor corre para consolarnos.
Será ese amigo silencioso, que en los momentos difíciles permanecerá a nuestro lado
y que su sola presencia será ya un regalo.
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