Perdona a los demás de la misma forma que te perdonas a ti mismo.
El resentimiento y el remordimiento malgastan energías ocupándose del pasado, perdona y vive el momento presente.
Sé fiel a tus más profundas creencias y actúa según te inspiren.
Vivir de acuerdo con los propios valores proporciona una serenidad capaz de ayudar hasta en las peores circunstancias.
Cultiva una actitud agradecida.
Si te fijas en los numerosos bienes de que dispones, tus preocupaciones perderán importancia.
Es difícil que te domine el estrés cuando tu corazón rebosa agradecimiento.
Practica el arte de saborear la vida: el gusto de un melocotón, el aroma de la mañana, el canto de los pájaros, el espectáculo de un amanecer.
Detente, mira y escucha.
Fíjate en lo que comes, cuándo y cómo.
Engullir cualquier cosa y a toda prisa produce estrés y malestar.
Tomar alimentos sanos en compañía de personas queridas fortalece el cuerpo y el alma.
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