Padres buenos hay muchos,
buenos padres hay pocos.
No es difícil ser un padre bueno en cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre.
Un corazón blando basta para ser un padre bueno, pero la voluntad más firme y la cabeza más clara son todavía poco para hacer un buen padre.
El buen padre dice sí cuando es así y no cuando es no...
El padre bueno sólo sabe decir sí...
El padre bueno hace de su niño un pequeño Dios que acaba en un pequeño demonio...
El buen padre no hace ídolos...vive la presencia del único Dios.
El padre bueno encoge la imaginación del hijo con juguetes del bazar, el buen padre echa a volar la fantasía del hijo dejándole crear un aeroplano con dos maderas viejas...
El padre bueno amanteca la voluntad del hijo
ahorrándole esfuerzos y responsabilidades...
el buen padre templa el carácter de su hijo
llevándolo por el camino del trabajo y del esfuerzo.
Y así, el padre bueno llega a viejo decepcionado y tardíamente arrepentido...
mientras que el buen padre crece en años respetado, querido, y es, a la larga, comprendido.
Reflexiones Cristianas
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