La religión es un consuelo para el corazón que sufre.
Donde hay fe hay esperanza.
La falta de fe y de esperanza llevan a la desesperación.
Jesucristo quiso morir en la Cruz, para darnos a entender que el camino del sufrimiento es el camino del cielo.
El silencio en nuestras penas y adversidades, se convierte en oración que nos fortalece y nos consuela.
Nos quejamos demasiado de las espinas que hallamos en nuestro camino, y no pensamos que cerca de las espinas suelen estar las rosas.
Nuestros dolores pueden convertirse en consuelos si los recibimos con espíritu de fe.
La verdad suele ser amarga. Por eso no queremos conocer toda la verdad que hay en el fondo de nuestro ser.
Hay quienes no hacen más que lamentarse de los pecados y las malas costumbres que ven en el mundo en que viven.
Mejor sería que se aplicaran a la reforma de
su vida, y entonces harían un gran bien a la sociedad.
En medio del torbellino de la vida, viendo que todas las cosas se nos van de las manos, es un gran consuelo el poder decir: "Creo en la vida eterna".
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