Un enorme león se hallaba un día durmiendo
al sol cuando un pequeño ratón tropezó con su zarpa y lo despertó.
El león iba a engullirlo cuando el pequeño ratón gritó:
-¡Oh, por favor, déjame ir! Algún día puedo ayudarte...
El león se río ante la idea de que el pequeño
ratón pudiera ayudarle, pero tenía buen corazón y lo dejó en libertad.
Algún tiempo después, el león quedó atrapado en una red. Tiró y se revolvió con todas sus fuerzas, pero las cuerdas eran demasiado fuertes. Dio un potente rugido.
El ratón lo oyó y corrió hacia él.
-Tranquilo, querido león, yo te pondré en libertad. Roeré las cuerdas.
Con sus afilados dientes, el ratón cortó las cuerdas, y el león se salvó de la red.
-Una vez te reíste de mi- dijo el ratón-Creias
que yo era demasiado pequeño para ayudarte.
Pero, como ves, debes la vida a un pequeño y
humilde ratón.
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