Un viejo maestro y su discípulo iban caminando por un bosque y, al a atravesar un
riachuelo, vieron a un alacrán que había caído al agua. Sin pensárselo dos veces, el anciano se agachó y lo cogió sacándolo de la corriente que ya le arrastraba.
Al sentirse atrapado, el animal reaccionó picando la mano que sólo quería salvarlo.
El viejo sabio, aún dolorido, ignoró el dolor punzante que sentía y volvió a meter la mano
en el agua. Nuevamente, el arácnido puso en marcha su sistema de autodefensa y le infilgió otra picada.
El nuevo ataque no fue suficiente para que el
maestro desistiera de su empeño y, cuando se
disponía otra vez a alargar el brazo hacia el
alacrán, su discípulo le dijo:
"Pero maestro, déjelo ya. No sé por qué insiste
en salvar a este malvado animal",
Entonces, el anciano le contestó.
"Querido amigo, es normal que el alacrán haya
reaccionado así, picándome una y otra vez,
porque eso es parte de su naturaleza.
Pero yo he sido llamado a amar a todos los seres y mi naturaleza es protegerlos al máximo".
A continuación, cogió una hoja grande, sacó al
alacrán del agua y lo dejó en libertad.
Esto nos enseña que debemos actuar según nuestra manera de ser, sin dejar que los comportamientos negativos de otros nos
condicionen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario