Cada hombre cosecha lo que siembra.
Si siembras desamor e indiferencia, los recibirás en pago.
Si sembraste atención y amor, tendrás en abundancia afectos amorosos.
Nadie se acerca a los espinos, porque pinchan,
ni al lodo, porque ensucia.
Pero a todos les gusta estar cerca de las flores, por su belleza y su perfume.
Cada hombre cosecha lo que siembra.
*
Tú que eres madre, recuerda que tu ejemplo es la escuela más convincente para tu hijo.
No discutas con tu esposo delante de los niños.
No critiques al padre delante de los hijos.
No hables mal de él.
No le humilles con el desprecio.
El ejemplo de un hogar bien constituido es la
felicidad más grande que puedas dar en herencia a tus hijos.
Por su amor, aprende a sufrir, cuando sea necesario, porque ellos son los frutos de tus
entrañas.
*
No le des mucha importancia a la edad de tu
cuerpo físico: sé joven siempre y de gran apertura espiritual.
El espíritu no tiene edad. La mente nunca
envejece.
Aunque el cuerpo muestre los síntomas de la
edad física, has de conservarte joven y abierto
como fruto de tu mentalidad positiva.
Haz que tu cuerpo irradie la juventud de tu
alma, sin importar la edad que tengas.
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