Los
puentes son como algunas personas. Su importancia se valora cuando ya no están,
o están rotos y no se pueden usar. Existe una cantidad impresionante de puentes.
Cortos y largos, anchos y estrechos, seguros e inseguros, caros y económicos.
Todos tienen algo en común. Sirven para unir dos orillas. Atravesándolos uno
siente que de algún modo lleva un mensaje al otro lado. También las personas
estamos llamados a ser puentes para facilitar el encuentro, para superar
aflicciones, para estimular el perdón. Hacer de puente a veces cuesta pero
cuando da resultado, la gratificación es grande. Quiero ser para ti un puente
sobre el río. Del lado de acá esta tu hoy. Del lado de allá esta tu mañana.
Entre los dos lados, el río de la vida. A veces sereno, a veces turbulento, a
veces traicionero, y a veces profundo y revuelto. Es necesario atravesarlo
No
soy Dios ni pretendo jugar a ser Dios. Solo el puede llevarte con seguridad al
otro lado. Pero yo quiero se el puente que haga mas facil la travesía. Si crees
que no es bueno pasar, solo usa mis hombros. Si me balanceara no tengas temor.
Dios me ha colocado en tu camino para ayudarte a cruzar el río.
No
dudes en utilizarme, y cuando llegues, déjame, si quieres, si me entiendes
bien, déjame donde estoy. Otros han pasado por medio de mi, igual como tu
pasaron. Pero quiero que continúes tu marcha.
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