Si no nos queremos, jamas podremos querer a los demas; no envidiar lo que no tenemos es sacar la visa de la humildad, este valor es el gran secreto del milagro nipon, la humildad por aprender,por reconocer los exitos de otros;sin embargo, la soberbia nos ciega, creemos que todos son culpables menos nosotros, quienes tienen que cambiar es el viejo, la suegra, el jefe, el maestro, todos son culpables de nuestros fracasos cuando los unicos que hemos originado el fracaso somos nosotros mismos.
En uno de los rosales del jardin de mi abuela habia un boton tan grande y lozano que indudablemente iba a transformarse en flor de esplendida belleza.
Yo estaba loca por verla, y dia tras dia iba a visitar el rosal. Pero el capullo aquel era tan lento en abrir que al fin se me agoto la paciencia y decidi hacer algo al respecto,para lo cual consulte el asunto con mi abuela. Cuando ella me dijo que abriera yo misma los petalos, mi alegria fue indescriptible. Pero despues de lo que hube hecho no resulto una rosa tan grande, ni tan hermosa, ni tan bien abierta como yo esperaba. Habia destruido su belleza, y en breve la vi marchitarse y morir. Mi abuela me explico entonces que asi pasaba con todas las cosas de la vida no debemos apresurar su cumplimiento, sino dejar que se desarrollen por si mismas, del modo que les corresponde, ya su debido tiempo.
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