Querido papa, quiero darte las gracias porque me has enseñado el verdadero significado de ser hombre. Me has enseñado que aun entre los mayores problemas y adversidades, la solución nunca será rendirse.
Me has instruido el verdadero significado de la humildad, que consiste en perdonar a quien te ha humillado abriéndole las puertas de tu corazón.
Me has dado el ejemplo de que en esta vida triunfa el que permanece en el corazón de los demás sin importar si fracasa o no, ya que únicamente trasciende aquel que aporta algo a los demás.
Has estado presente cuando mas lo he necesitado, en los momentos de alegría y felicidad para alentarme y en los momentos de dolor y de tristeza para consolarme.
Has respetado mi individualidad indicándome que solo yo debo resolver mis problemas, aleccionándome a tener sangre fría en los momentos de crisis y horror y cautela en los momentos de triunfo.
Me has enseñado a sumar tus virtudes y las mías no permitiendo repetir tus errores indicándome que en esta vida es innecesario andar de nueva cuenta el camino equivocado. Gracias, papa por haberme inculcado el sentido de responsabilidad que me ha permitido convertirme en un hombre fiel, dedicado y justo. Pero sobre todo, me siento inmensamente afortunado de contar con un amigo como tu, mi irrepetible amigo.
Jose Daniel
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