Tengo amigos cuya sociedad me es en extremo agradable. Son de todas las edades y de todos los paises. Se han distinguido, a la vez, sobre el campo de batalla y en el silencio del gabinete, y han obtenido grandes honores por su conocimiento de las ciencias.
Es facil llegar a ellos porque siempre estan a mi servicio y admito a mi lado, o los despido cuando me place.
Jamas son inoportunos, y responden a todas mis preguntas. Algunos me refieren los hechos de otros tiempos, otros me revelan los secretos de la naturaleza.
Estos me enseñan a vivir, aquellos a morir. Unos con su jovialidad destierran mis cuidados, alegran mi espiritu, otros me dan la fuerza del alma, y me enseñan la importante leccion de no contar sino conmigo mismo.
Rapidamente me abren los variados senderos de todas las artes y de todas las ciencias, y puedo fiarme de sus informes, en todas las circunstancias.
A cambio de ello solo me exigen que les preste una habitacion conveniente en un rincon de mi morada, en donde puedan descansar en paz, porque a estos amigos seduce mas la paz de un tranquilo retiro que los ruidos del mundo.
Francisco Petrarca
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