Dos hombre que necesitaban ir de una ciudad a otra decidieron cruzar a pie el desierto para acortar camino. A los dos dias se dieron cuenta de que tenian agua suficiente, pero ninguno trajo comida. Por suerte, toparon con una vieja carreta llena de comida en latas. Tras muchos intentos, no consiguieron abrir ninguna, asi que decidieron que uno de los dos regresara al pueblo a por un abrelatas y agua mientras el otro se quedaba vigilando la carreta. Al quinto dia, preocupado y casi moribundo, el hombre que se habia quedado decidio abrir una de las latas para no morir de hambre. Con las pocas fuerzas que le quedaban levanto una piedra y cuando estaba a punto de lanzarla sobre la lata, aparecio de detras de una roca su compañero gritando:"Detente, traidor". "¡Por fin llegaste! ¿Que te paso?", le replico el otro hombre. "Nunca me fui porque sabia que no me podia fiar de ti. Me escondi detras de unas rocas y ahora te he pillado", le dijo. "Pues por tu desconfianza estamos condenados a morir", le recrimino su compañero. En mas de una ocasion hemos podido ser traicionados por alguien, pero tal y como ocurre en el cuento, si siempre desconfiamos de todo el mundo, las consecuencias pueden ser nefastas.
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