En una mañana cálida, Tío Conejo recolectaba zanahorias cuando escucho un gran rugido que lo asusto. Era Tío Tigre, un felino grande y fuerte que estaba buscando algo para cazar. Al ver a tío conejo tío tigre exclamo. ¡Te encontré! Serás mi almuerzo del día¡ Pero tío conejo no estaba dispuesto a dejarse comer, así que comenzó a pensar en una solución. Miro alrededor y diviso en la cima de una colina unas grandes rocas. Entonces le dijo a tío tigre.
"Yo soy una presa pequeña y con poca carne. En la colina hay un rebaño de vacas. Puedo subir hasta allá y lanzarte una novilla"
Tío Tigre alzo la mirada y como la luz del sol le daba en los ojos, solo pudo divisar unos bultos. Confiado en las palabras de tío conejo, acepto la oferta. Así Tío conejo subió a la colina y arrastro una de las pesadas rocas hasta el borde del precipicio y, desde allí grito.
"Abre los brazos para agarrar a la novilla". Así lo hizo Tío Tigre y la roca le cayo encima dejándole un enorme chichón en su cabezota que le impidió cazar durante varios días.
Este pequeño cuento venezolano nos recuerda que la inteligencia y la astucia son mas importantes que la fuerza bruta.
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