Erase una vez un rey al que le gustaba mucho los dragones. Incluso su palacio estaba decorado con obras de arte que recreaban estos animales, así como gran parte de sus joyas y su ropa.
En los inmensos jardines de su palacio, manaban fuentes con dragones de piedras e instauro una gran fiesta llamada el festival del Dragon.
Tal era su pasión que afirmaba que seria capaz de dar cualquier cosa con tal de tener la oportunidad de ver un dragón, si es que esto hubiese existido en la vida real.
Una noche , un fuerte ruido lo despertó. Un enorme animal estaba introduciendo su cabeza por la ventana de su habitación, y al abrir sus fauces lanzo una llamarada que casi le alcanzo.
Era un dragón. El aterrorizado monarca llamo a gritos a su guardia, que acudió armada hasta los dientes. Matad a esa bestia, grito el rey fuera de control.
Después de una gran pelea el extraordinario animal falleció a las puertas del palacio. Y desde entonces al rey dejaron de gustarle los dragones.
Esta historia nos enseña que esta muy bien usar la imaginación, pero siempre teniendo presente que la realidad es muy distinta a las creaciones de nuestra fantasía.
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