Los santos son ingeniosos. La picardía que el común de los mortales usa para su conveniencia, los santos, las emplean a favor del prójimo.
La frase evangélica "Amar al prójimo como a si mismo", la interpretan como tal, sin rebajas: si el prójimo esta en una circunstancia penosa, de la que tu procurarías salir ,si te encuentras en ella, harás todo lo posible por ayudarle a el a salir, como hacia San Juan de Dios, a quien Gerardo Diego llamo Juan de Dios y del prójimo.
Una noche encontró en una calle de Granada el cadaver de un pobre hombre muerto. Estaba sin amortajar y nadie lo enterraba. Juan de Dios acudió a un portal de un rico a pedir ayuda, y lo echaron fuera con las manos vacías. Juan, terco que terco, fue a donde estaba el difunto, se lo cargo a cuestas lo llevo hasta el portal del rico.
Le abrieron y grito: "Hermano, los dos tenemos la misma obligación". Y el rico, asustado, saco dineros y lo hizo amortajar y enterrar. Seguro que Juan de Dios le brincaba la risa por dentro.
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