Hay una pedagogía mejor que la corrección y el consejo. Es sufrir por el discípulo. Un discípulo se escapaba todas las noches para acudir a una casa de prostitución . Para saltar las altas paredes del monasterio colocaba un taburete junto a la pared.
A la vuelta de nuevo saltaba sobre el y lo recogía para la noche siguiente. Nadie hablaba de ello. Pero el maestro lo sabia. Pensó reprenderle, pero sabia que las reprensiones no cambian a la persona. Pensó expulsarlo, pero sabia que eso era condenarlo.
Y pensó otro remedio. El discípulo coloco el taburete y salto a su cita sensual. Entonces el maestro quito el taburete y se puso el agachado esperando la vuelta del discípulo. Este volvió y salto sobre la espalda del maestro. El maestro se incorporo sin una queja, y le saludo con una inclinación. Nadie se entero. Nadie pidió perdón y nadie se sintió obligado a otorgarlo, pero el discípulo no volvió a salir nunca mas. Todo cambio. El maestro había sufrido por el.
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