Un sabio era conocido por todos por su inalterable paciencia, tanto que corría la voz de que no se había airado en su vida por nada. Dudando del hecho, algunos amigos se pusieron de acuerdo con su sirvienta para que hiciera de todo para hacerlo montar en cólera. A una sirvienta no le falta ocasiones para conseguir eso, puede ser un arroz quemado o un vaso roto, pero ciertamente, no fueron suficientes para alterar a un tipo como su señor que, desde siempre, había dado muestra de un inalterable control de si mismo.
Entonces decidió no hacerle la cama por la mañana. La dejaría tal como estaba, limitándose solo a arreglarla un poco.
El sabio, por la noche, se acostaría pacíficamente en su cama mas deshecha. Y eso es lo que hizo al día siguiente, pero el sabio se metió en la cama deshecha y no se altero ni lo mas mínimo.
Al cabo de unos días, la sirvienta, compadecida volvió a hacerle la cama. Pero el sabio le dijo: por que has vuelto a hacerme la cama?¡Yo ya me he acostumbrado a la que antes!
Esta historia nos enseña que no hay nada mejor que tomarse bien las cosas y, especialmente, intentar ver siempre el lado positivo de todo.
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