Solemos dividir a las persona en santos y pecadores. Pero eso es falso. Todos somos pecadores .
Preguntaba un predicador a unos niños: Si los buenos fueran blancos y los malos fueran negros, ¿de que color seriáis vosotros?" Una niña le respondió muy agudamente: "Yo tendría la piel a rayas". Un hombre sincero lo comprobaba en si mismo. Entro un día en una iglesia y todos, sacerdotes y fieles, rezaban: "Señor, hemos dejado de hacer cosas que deberíamos haber hecho, y hemos hecho cosas que deberíamos haber dejado de hacer". El hombre sintió verdadero alivio al escuchar aquella oración y exclamo:
"¡Gracias, Dios mío, al fin he encontrado a los míos¡.
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