Un león hambriento paseaba un día por el bosque en busca de una rica presa que llevarse a sus fauces.
Una rana que estaba descansando bajo una enorme hoja y vio que este se acercaba .
Por eso para defenderse inmediatamente se hincho toda orgullosa y empezó a croar con todas sus fuerzas "Croaaac, croaaac,croaaac".
El león, al escuchar aquel ensordecedor ruido, dio un sobresalto refregando cierto temor en su rostro.
¿Qué animal será capaz de gritar con esa fuerza?, exclamo para si mismo.
Entonces, de pronto, la rana envalentonada creyendo que el fiero león le tenia miedo, salió dando pequeños saltitos de su escondite hacia el.
Y evidentemente, el rey de la selva, al ver que se trataba de un simple batracio, le puso la pata encima y dijo entre risas "Pero ¿Cómo se te ocurre desafiarme.?
Tan pequeña y dando esos gritos". Y diciendo esto se la comió de un solo bocado.
Esta fabula de Esopo nos advierte del peligro de la vanidad, ya que puede anular fácilmente nuestro sentido de la prudencia, haciéndonos creer cosas que no somos y hasta meternos en serios problemas que pueden acabar de la peor manera.
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