TRATADO SOBRE
LA ENVIDIA DE
ANTONIO MACHADO.
La envidia
es un gran defecto. A
algunos, tan generosos y pródigos en tantas
cosas, cuando les da
por envidiar ganan
campeonatos mundiales. De
modo que resulta
difícil que aplaudan
el avance del
vecino, que apoyen al
que destaca, que
premien con justicia
al que crea fortuna,
pensamiento, ciencia, técnica y recursos, pues, aunque saben
de sobra que
la creatividad y
la victoria ajenas
generan riqueza que
aumentan el bien
común, eso les importa
menos que la
irritación que sienten
por el logro de los
demás.
La envidia
es corta de
vista, pone bajuna la
vida, la bilis en
ebullición, es culifruncida,
empobrece y no aplaude, porque,
cuando se tienen garras en
vez de manos, las uñas como
pezuñas impiden el
movimiento de aclamación.
La envidia
piensa mal y
casi nunca acierta, pero lo sigue intentando
con toda su
alma, que es
muy poca.
La envidia
es la hermana jorobada y
parricida de la
generosidad.
Es tontilista,
rumia y resiente, es veneno para el
ánima.
Es materialista, no cree si no
ve, no quiere que
nadie destaque de
la miseria general.
Y uno se pregunta qué
sería del mundo
si, en vez de
amenazar,ningunear, calumniar, insultar enjuiciar
destructivamente,rebajar y
acusar a quien
(se) envidia, el envidioso
se desprendiera de
sus prejuicios, su
negatividad y la
mugre sarcástica de
su alma y
utilizara toda esa
energía en mejorar su propia
vida, en emular
al envidiado y
en tratar de
superar sus hazañas.
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