Toda la comunidad había decidido hacer una peregrinación. Había que atravesar el desierto y tanto el abad como sus monjes se dieron cuenta de que el que les guiaba, había equivocado el camino. "¿Que hacemos?" ,dijeron los monjes al abad. "Este hermano ha equivocado el camino y corremos el riesgo de perdernos y morir todos en el desierto".
Lo mejor seria pasar aquí la noche, en el desierto y mañana, con la luz del día rectificar la ruta.
El abad respondió: "si decimos que se ha equivocado se entristecerá. Les propongo lo siguiente: Yo fingiré que estoy cansado, y diré que no puedo seguir, y que me quedo aquí hasta la mañana".
Entonces otros añadieron: "también nosotros estamos cansados y nos quedamos contigo"
Y así se las ingeniaron para no entristecer a aquel hermano, así nunca supo que se había equivocado.
Es la delicadeza de las almas sensibles, que pasan por la vida sin reír ni humillar.
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